“No alcanza con firmar” intervención territorial ante varones que ejercen violencia de género

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Silvia Estela Vázquez, Jueza de Paz de Intendente Alvear (La Pampa), relata su experiencia durante el período 2019-2023 impulsando un abordaje transformador frente a los casos de violencia de género en su comunidad. A través de su testimonio, se visibilizan las tensiones institucionales, los obstáculos estructurales y la importancia de generar espacios que interpelan a los varones agresores desde un enfoque psico-socio-educativo. Su compromiso deja en evidencia que un Juzgado de Paz puede ser mucho más que una oficina administrativa.

Por Matías Bonavitta*

Esta entrevista realizada en el año 2023, procura compartir una experiencia que tuvo como antecedente directo el inicio de los abordajes a varones que ejercen violencia de género en La Pampa, Argentina. En efecto, a partir del año 2020, un grupo de profesionales posicionados en contra de las violencias normalizadas por nuestra sociedad, y en particular en La Pampa, comenzaría a trabajar en clave psico-socio-educativa sobre complejos casos de violencia, signados por la afluencia de un instituto penal/procesal de Libertad Condicional, Asistida o Prisión de Ejecución en Suspenso.

A partir de la comprensión de la Ley 26485, en donde se aclara que detener la violencia no resulta de una acción aislada, sino que de acciones intersectoriales, durante el antes mencionado año, con el respaldo del Ente de Políticas Socializadoras y la Unidad de Abordaje, Supervisión y Orientación para Personas en Conflicto con la Ley Penal de La Pampa, se llevaron adelante varias reuniones con distintos agentes gubernamentales: Intendentes, Funcionarios/as, Fiscales, Equipos Profesionales, Jueces y Juezas de Paz de distintas localidades de la provincia. Con el objetivo de problematizar no solo la cuantiosa cifra de condenados por violencia de género, sino que la urgencia de trabajar con esta población para brindar protección a las víctimas y evitar situaciones de reincidencia.

Por primera vez, un sector profesional abocado a la atención de varones que ejercen violencia de género, tenía la chance de informar abiertamente dentro del contexto gubernamental de La Pampa, la propuesta del dispositivo psico-socio-educativo, junto al delicado escenario de cada localidad pampeana. Muchas de estas sin delitos de hurtos, lesiones de tránsito o estafas, pero sí con un abundante abanico de casos de violencia de género. Incluso, advirtiéndose comunidades de no más de diez mil habitantes, que, mes a mes, acumulaban una gran cantidad de legajos judiciales con caratulas de: Amenazas Simples en Concurso Real; Lesiones Leves Calificadas por el Vínculo; Amenazas Agravadas por el Uso de Arma; Violación de Domicilio. Esto sin considerar la cifra negra, lo que no se denuncia.

Aunque no siempre se logró el efecto de problematización deseado y respuestas desde el trabajo territorial, hubo quienes coincidieron en apostar por espacios de atención destinados a varones que ejercen violencia de género. Este es el caso de Silvia Estela Vázquez (de ahora en adelante Estela), Jueza de Paz de Intendente Alvear, localidad cabecera del departamento de Chapaleufú, quien desde su función durante 2019 y 2023, trabajó en conjunto con el dispositivo psico-socio-educativo facilitando datos y redes, a la vez que fortaleciendo citaciones y adherencias por parte de los usuarios para con el dispositivo.

En un contexto provincial con tasas de víctimas directas de femicidio por encima de la media nacional: 1,10 cada 100.000, trasmitir al menos un recorte de estas experiencias resulta central. Pues invitan a considerar la violencia como un problema social y a pensar en acciones concretas. En este sentido, la transcripción de la presente entrevista enseña que un Juzgado de Paz no debería circunscribirse únicamente a labores administrativas como la toma mensual de firmas de quienes han ejercido un delito, dado que también puede llevar a cabo importantes articulaciones territoriales que hacen al bienestar de una comunidad.

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Recorte de entrevista – 2023

– ¿Que panorama había en ese entonces?

– Estela: No muy bueno, chocante para mí. En ese mes de diciembre había 41 tutelados, en una localidad de no más de 8.000 habitantes. Todos por violencia de género. Por eso, al año siguiente, cuando surgió la posibilidad de implementar el dispositivo psico-socio-educativo, rapidamente me di cuenta de que era necesario hacer algo. Además, en ese momento Intendente Alvear era la localidad con mayor número de casos de violencia de género de La Pampa. Yo veía que solo venían a firmar y nada más. Era como si nada hubiese pasado para ellos. Nada de nada. Algunos hasta te decían que iban a ir a firmar cada dos meses porque se les complicaba. Ponían excusas y yo pensaba: “¡si cometiste un delito hacete cargo!”. Así que imagínate como era. Pero desde nuestro lugar tampoco interesaba mucho si había incumplimiento de la firma o si cumplía la restricción, menos si había podido o no trabajar algo sobre su conducta violenta.

– ¿Como se desnaturalizó esa dinámica?

– Estela: Cuesta cambiar de pensamiento. Se venía de un Juzgado al cual no le interesaba el tema de la violencia. Y esa manera de hacer las cosas se estaba trasladando a nuestra gestión. Costó hacerle entender a la Municipalidad de que necesitábamos poner en marcha el dispositivo de varones en nuestro pueblo. Luego de pelear y reunirnos muchas veces se logró avanzar en eso. Entendimos que algo había que hacer. Incluso el tema de las denuncias, sabemos que hay muchos hechos que no pasan a la Justicia. Viste, en los pueblos nos conocemos entre todos.

No alcanza con firmar

No alcanza con firmar

– ¿Te referís a la complicidad?

– Estela: Sí, es más difícil poder cuestionarnos cuando te conocés, cuando tenés un vínculo por algún lado. A mi me preocupa que eso mismo ocurre hasta en la Comisaría. En el Juzgado se comenzó a sugerir a las víctimas que denuncien, pero vemos que no siempre hay una respuesta. Hay cosas que se cajonean. Te desanimás. Tuve varias reuniones con el Comisario porque venían muchas mujeres a decir que no le tomaban la denuncia. Digamos que la portación de cara corre. Depende quien vaya a denunciar te atienden o no.

– ¿Frente a esa complicidad que accionaba el Juzgado?

– Estela: La contención. En ese momento te encontrabas con la persona muy angustiada, diciendo que no le tomaban la denuncia. Sucedía que llamabas a la Comisaría para conversar de eso y te negaban el asunto. Otras veces directamente no te atendían el llamado. También se iba hasta ahí y la respuesta era la misma, una barrera frente a estas situaciones de violencia. La postura era insistir en que tomen la denuncia, que es un deber de ellos elevarla. Algo de eso funcionaba, pero insisiendo. Por otra parte, a la víctima que se acerca al Juzgado a contar lo que pasa, se la asesora y se le indica que si en la Comisaría no ponen todo lo que cuenta de ninguna manera debe firmar ese documento. Porque hay amiguismo, encubrimiento, cosas que se disfrazan.

– Lo que describís nos recuerda que la violencia nos conecta a todos y todas, y que, la responsabilidad de cambiar la sociedad implica acciones que nos compromete a cada uno/a desde su lugar. ¿Considerás que ese rol activo por parte del Juzgado impacta sobre la comunidad, en este caso sobre el proceder de la Comisaría?

– Estela: Sí, yo creo que hay un impacto. Podría contar varios ejemplos. Haber… cierta vez que acompañé a hacer una denuncia a una víctima que no atendían, hablé con un oficial que murmuró: “uy esta mujer”. Fue ahí que justo veo que en ese mismo momento estaba la expareja de ella, al cual estaban atendiendo. “¡¿Pero como es esto? a él lo atienden y a ella no!”, le dije al oficial. Fue una situación tensa, pero tambien una situación en donde el oficial comprendió que algo no estaba bien en su proceder. Ese día la víctima entró a una oficina y pudo denunciar la situación de violencia que había vivido. Tambien logró una restricción de acercamiento. Por ahí no es mucho el cambio que podés hacer, pero ves que el hilo que conecta la violencia de un lugar a otro puede cortarse cuando intervenís.

– Sobre las restricciones de acercamiento, ¿que acción puede llevar a cabo el Juzgado de Paz?

– Estela: Podemos emitir órdenes de restricción, prohibir el acercamiento del agresor a la víctima. Pero los Juzgados están un poco limitados a cosas administrativas o limitados en su hacer en el cumplimiento efectivo. Por ejemplo, con las restricciones. Si viene una chica y te cuenta que su expareja no está cumpliendo la restricción, que una y otra vez va al polideportivo al que van sus hijos y que ella busca todos los días o que se acerca a la casa, vos te das cuenta que nadie controla el cumplimiento efectivo de la restricción. No hay un oficial atrás de esa medida. Ha sucedido que a través del dispositivo psico-socio-educativo hemos realizado en conjunto un comunicado a la Comisaría para que verifiquen el cumplimiento, y recién ahí la policía acciona un control. Pero esas son situaciones puntuales, que tienen que ver con algo que se detectó a través de una entrevista del dispositivo o un comentario por otro lado, pero no porque se esté haciendo una verificación continua de ese cumplimiento de no contacto con la víctima.

– Al iniciarse el dispositivo psico-socio-educativo en Alvear, la convocatoria de varones fue positiva, más aún si consideramos que implican oficios cuyos resuelve judiciales carecen de obligatoriedad de asistencia al espacio. Sin dudas, buena parte de la disposición a participar tiene que ver con acciones propias del Juzgado de Paz. ¿Qué podés contar al respecto?

– Estela: Insistencia. Se fue informando cada vez que iban a firmar al Juzgado sobre el dispositivo. Se le insistía al hombre para que asista. También se enviaba domicilio por domicilio una citación con sello del Juzgado. Son medidas que ayudaron a que se tomen más seriamente el tema de la violencia, para que asuman un compromiso y asistieran al dispositivo. Después cuando iban a firmar al mes, se les preguntaba si habían ido. Muchos contaban que habían sentido resistencia y que no habían creído que iba a ser bueno para ellos, pero que les hacía muy bien ir.

– Volviendo a las consultas por violencia de género, ¿qué pensás sobre la cifra negra, lo que no llega a una denuncia formal?, ¿qué nexo hay con el ciclo de la violencia?

– Estela: Aunque no todo Juzgado Paz lo lleve a la práctica, se cuenta con la facultad para recibir denuncias por violencia de género, y tomar las medidas correspondientes, hasta convocar audiencias. Entonces, la víctima consulta, pero sucede que, por el mismo ciclo de la violencia, al momento concreto de encarar la denuncia, se arrepienten. Se juntan un montón de cartas de poder para que vengan a firmar y no pasa nada. Eso, por un lado. Por otro, está todo eso que la Comisaria no eleva como denuncia, lo que vos decís cifra negra. Y hay un mito ahí entre lo que es denuncia y exposición, porque ambas se tienen que elevar, enviarse a la Fiscalía pertinente para que se investigue. Pero no pasa. En el pueblo no hay Comisarías de Género. Y según la Comisaría que tenemos se eleva todo, pero sabemos que no. ¿Cuál es el criterio? no sé, pero compromete a la víctima, la expone más a un ciclo de violencia que se va a repetir.

– La violencia de género requiere un abordaje específico, distinto a la usual prescripción judicial de un tratamiento psicológico clásico cuyo encuadre no suele evaluar el orden estructural del fenómeno. Hay que generar conciencia en el Poder Judicial sobre esa idea de que la violencia de género es un trastorno, pero también hay que generar conciencia y ética en el ejercicio de la psicología, pues reproducen ese mismo paradigma. ¿Qué apreciación tenés al respecto?

– Estela: En el mejor de los casos se les pide tratamiento psicológico, pero ves que no suelen trabajar la violencia. Van dos veces y ya tienen el alta psicológica. Otras veces no consiguen turno o directamente les dan un certificado de no adherencia. También te encontrás con certificados dudosos, mucho virtual. Como que el certificado se compra. Con las altas es lo mismo. La persona no termina responsabilizándose y menos reflexionando sobre la violencia. Hay todo un sistema que permite pasar por esa experiencia como si nada.

– ¿Que pensás que el Juzgado de Paz debería tener como parte de sus acciones permanentes, más allá de la gestión de turno?

– Estela: Pienso que es importante promover la perspectiva de género, que se pueda alojar a las víctimas dándoles soluciones más eficaces, sin tantas trabas. Y que podamos seguir acompañando a los tutelados de una manera que no sea solo administrativa. En esta gestión se logró incorporar un puesto de trabajo que se había perdido, y eso es importante porque éramos solo tres. Hay que continuar no haciendo la vista gorda de que nuestro pueblo tiene un índice alto de violencia de género, que requiere acciones que hay que acompañar como el dispositivo psico-socio-educativo. No es facil en una sociedad que no le interesa ver eso. Hay desconocimiento con respecto a la violencia. Costó concientizar al Municipio, también cuesta concientizar a la gente, por ejemplo, de que se enteren de que pueden denunciar en el Juzgado de Paz y que también existe un espacio de atención a varones que ejercen violencia.

-Muchas gracias por tu compromiso.

-Estela: Gracias a ustedes. Al trabajo del dispositivo psico-socio-educativo.

(*) Licenciado en Psicología; Magister en Antropología; Especialista en Psicología Clínica; Profesor en Psicología; Diplomado Superior en ESI. Integrante de la Red de Equipos de Trabajo y Estudio en Masculinidades (RETEM) y miembro de la Unidad de Abordaje para Personas en Conflicto con la Ley Penal del Ministerio de Seguridad y Justicia

Fuente: diariofemenino.com.ar