Los controladores aéreos denuncian el desmantelamiento del sector
Tras varias denuncias, en Ezeiza ya anunciaron nueve paros de ocho horas durante noviembre. Busca alertar a la población sobre los riesgos de operar en las condiciones actuales.
Por Marcial Amiel
Los controladores de Ezeiza paran para denunciar el peligro que implica la aplicación del modelo de la motosierra a los controles aéreos. Software obsoleto, salarios de miseria y riesgo para los pasajeros, conforman otra postal de la Argentina Grafton, el pueblo estadounidense donde un experimento libertario recortó el servicio de recolección de basura y terminó dominado por los osos.
La Asociación Técnicos y Empleados de Protección y Seguridad a la Aeronavegación (Atepsa) proyecta un plan de lucha que contempla nueve paros de ocho horas durante noviembre. El reclamo es a las autoridades nacionales responsables del sector, el subsecretario de Transporte Aéreo, Hernán Gómez, el secretario de Transporte, Luis Perrini, y el ministro Luis Caputo.
La medida, anuncian, generará un importante contratiempo para el sistema logístico de cargas aéreas, que ingresa al país casi en su totalidad por Ezeiza. A diferencia de la carga marítima o fluvial, el transporte aéreo, más veloz y más costoso, se utiliza para cargas perecederas, como frutas, verduras y órganos para trasplantar, o frágiles como herramientas de precisión.
De los dos mil afiliados que tiene el sindicato, alrededor de 400 se concentran en el aeropuerto internacional Ministro Pistarini. Por allí pasa el 98 por ciento de la carga aérea, que ahora se compone mucho más de importaciones que de exportaciones.
La primera de las medidas de fuerza anunciadas por el sindicato tiene el doble propósito de reclamar mejoras salariales y alertar a la población sobre el riesgo que implican los recortes presupuestarios en un área tan crítica.
Los controladores aéreos son trabajadores escenciales. Para obtener una licencia de controlador, es necesario realizar un curso de un año en la Fuerza Aérea y luego dedicar uno o dos años más a rendir exámenes habilitantes. Al cabo de ese proceso, los controladores son responsables civiles y penales por las consecuencias de su trabajo. Esto es, en caso de error responden con sus bienes y con su libertad.
Desde el gremio que conduce Paola Barrita advierten que, con el aumento en varios tramos de no no superan 1,5 por ciento mensual que acaban de recibir, los controladores que recién empiezan pasarán de cobrar un sueldo bruto de 820 mil pesos a uno de 916 mil. Las consecuencias de esa política salarial, que tiende al desguace, son dos. Por un lado, las matrículas de la carrera de controlador aéreo se desplomó. Por otro, los controladores experimentados buscan (y consiguen) trabajo en otros países.
Los controladores aéreos argentinos están muy bien reputados, por ejemplo, en España, por su capacidad para resolver en situaciones de contingencia, cuando la tecnología falla. El famoso «lo atamos con alambre» es un diferencial positivo para ellos, que termina por alimentar el éxodo.
Ocurre que los controladores aéreos argentinos trabajan con un sistema operativo que tiene veinte años de antigüedad. «Todos los años o año por medio sale una actualización o un parche, como con el Windows o el Android de tu computadora o tu teléfono. Imaginate veinte años sin descargar ni una», ejemplifican.
En consecuencia, esa precariedad obliga a los controladores argentinos a desarrollar otras habilidades complementarias, muy buscadas en los aeropuertos del mundo.
Como consecuencia de esto, hay aeropuertos, como el de Trelew, en Chubut, donde no hay suficientes controladores para cubrir la dotación mínima. «En los aeropuertos grandes, como Ezeiza, todavía no llegamos a ese extremo, pero no estamos trabajando en las condiciones adecuadas, como lo prueban las sucesivas denuncias que hicimos por intrusiones de pista», explica un trabajador que elige el off the record por temor a represalias. Ya hubo antecedentes de despidos sin causa.
Quién gana
La contraparte de Atepsa en las paritarias es la Empresa Argentina de Navegación Aerocomercial (EANA), una empresa pública ubicada bajo la órbita del subsecretario Hernán Gómez.
Se trata de un hombre vinculado a Leonardo Scatturice, ahora dueño de la low cost Fly Bondy, y a la empresa de vuelos privados Unicos Air, con la que viajó el Mark Hayden Davies en su periplo por la la Argentina.
Otro enemigo declarado de los controladores es el ministro de Modernización y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, acérrimo militante de la desregulación aérea.
Sturzenegger suele tuitear a favor de la empresa Hummings, que tiene un único avión en leasing con el que vuela a Junín, Villa María y Tandil. Hummings tiene tres CEOs, de entre 20 y 21 años de edad y, aunque acumula demoras y cancelaciones, nunca recibió sanciones por parte de la Agencia Nacional de Aviación Civil. El sector también la vincula a Scatturice.
Fuente Pagina 12
