Hace 80 años, el 6 de agosto, el mundo conoció el infierno

Por Atilio Boron
No fue un error.
Fue un mensaje.
Y todavía resuena.
El bombardeo a Hiroshima no cerró una guerra. Abrió una era: la del chantaje nuclear y el dominio por el miedo.
La misma lógica que hoy justifica bases militares, bloqueos, invasiones y silencios.
Hiroshima no es una fecha para recordar.
Es una herida que no cierra porque el peligro sigue ahí.
En esta fecha, más que nunca, necesitamos memoria, coraje y pensamiento crítico.