Un juego propio: fútbol, barrio y resistencia

Se estrenó un documental que entrelaza las historias de Luciana, Juliana y Lorena, en el cruce entre feminismo y fútbol. Un juego propio revela que el fútbol es también un espacio de lucha, identidad y construcción colectiva.
Delfina Corti
Luciana Martiarena se para frente a sus compañeras de fútbol de la Villa 31 y saca un papel escrito a mano. La consigna, un texto titulado Soy villera. Su entrenadora de fútbol, Juliana Román Lozano, la mira desde un costado. La escucha, la escuchan. “Soy villera y todavía me sigo poniendo nerviosa cada vez que lo digo”, dice. Y, ante la mirada ajena, continúa: “Me creí todo lo que los medios de comunicación decían sobre nosotros: que somos vagos, chorros, sucios, objetos dignos de caridad. Entre tantas cosas que no nos representan ni un poquito, soy villera porque soy diferente a todo eso”.
Un juego propio, documental de Julia Martinez Heimann y Natalia Laclau, tiene a Luciana como una de sus tres protagonistas. Juliana, entrenadora del colectivo de fútbol feminista “La Nuestra” de la Villa 31, y Lorena Benítez, jugadora de la Selección Argentina, la acompañan.

La película, que se estrenó el último sábado en una función única en el Cine Gaumont, y tres en la Alianza Francesa entre junio y agosto, enlaza las historias de estas tres mujeres del mundo del fútbol, en el marco del movimiento feminista. Los relatos suceden en 2019 y 2020, en la previa de la legalización del aborto en nuestro país, durante la clasificación de la Selección Argentina femenina al Mundial de Francia 2019 y en plena semiprofesionalización del futbol femenino argentino. Las tres historias cruzan sus recorridos en busca de un objetivo común: ni una generación más de mujeres sin espacios donde jugar.
“La película, si bien arrancó su filmación hace más de diez años, hoy está súper vigente. No solamente porque es un documento histórico, sino también porque es una herramienta de resistencia. En este presente político, ser felices es resistir”, sostiene Juliana.
La Nuestra Fútbol Feminista tiene su espacio en la Villa 31, en la Cancha Güemes. Juliana es, además de entrenadora, una de las referentes del colectivo. “Si lo pienso desde el lado positivo, esos años de lucha y el acompañamiento de la semi profesionalización del fútbol, nos permitió a muchas de nosotras ocupar espacios históricos dentro de la construcción de ese fútbol”, dice.
En 2020, Juliana aceptó ser entrenadora del equipo femenino de Huracán. Es una de las pocas mujeres que ocupó ese espacio en el fútbol argentino. Su contratación y posterior despido, cuenta en la película, opacan ese logro histórico: un sueldo bajo y su desvinculación a través de un zoom. “Ese día, la delegada del club nos aclaró que no era una cuestión machista porque si ellos hubieran querido un cuerpo técnico con resultados hubieran traído a varones”, remata Juliana en la película mientras rememora aquellos meses.
Lorena Benítez es jugadora de Boca y de la Selección Argentina. Su historia se enmarca en sus primeros meses como madre, como reciente jugadora profesional de fútbol y como trabajadora en el Mercado Central de Buenos Aires.
-Yo arranqué a jugar como ustedes -les dice Lorena a un grupo de niñas en la Cancha Güemes de la Villa 31, luego de su participación en el Mundial de Francia 2019.
Juliana la escucha, mientras lleva puesta una remera con una de las consignas de La Nuestra: “Me paro en la cancha como en la vida”. Lorena se hace eco de esa frase y explica de dónde viene su templanza como mediocampista central. Para eso, revela un tatuaje que lleva en su brazo derecho: sus inicios en la cancha de San Lorenzo, con una camiseta de Argentina con la 10 de Messi en la espalda.

La película muestra cómo el fútbol se metió en el feminismo y el feminismo, en el fútbol. “Todos nuestros goles son políticos”, se escucha en uno de los pasajes. Lo que no muestra es lo que ocurrió después -lo que ocurre ahora-. ¿Cuántas cosas cambiaron y cuántas cosas continúan?
La igualdad de oportunidades entre niños y niñas para ser futbolistas no se alcanzará hasta 2067, según un estudio publicado recientemente por la FIFA. El 30% de las jugadoras de la máxima categoría argentina aún son amateurs, el 3,3% de las jugadoras de Primera son madres, el 1% de los entrenadores son mujeres, la participación femenina en los cargos dirigenciales es del 6,8%, sólo el 4% de la cobertura deportiva de los medios de comunicación se dirige a deportes femeninos y 6 de cada 100 árbitros son mujeres. Y sin embargo…
Las jugadoras de La Nuestra -como reflejo de lo que comenzó hace algunos años- encuentran en la cancha de su barrio un espacio para construir con mujeres, un lugar donde las transformaciones son colectivas. Por eso, como dice Juliana, el fútbol femenino sigue resistiendo. Para que más chicas como Luciana se paren frente a sus compañeras y lean en voz alta: “Soy villera porque me identifico con cada pibe que tiene ganas de estudiar y se tiene que esforzar el doble, con cada piba que sueña con ser jugadora de fútbol, con esa organización villera feminista que es La Nuestra. Soy Luci de la 31 y decido llamarme así”.
Fuente: latfem.org