Dos miradas sobre el comunismo y la revolución
Por Néstor Nicolás Arrúa *
En los últimos días, abril-junio de 2024, circularon en nuestro país por diferentes formas de visualización de espectáculos dos productos audiovisuales que refieren a la revolución y el comunismo en el siglo XX, y plantean diversas posiciones respecto a dichas experiencias. En tiempos de auge de la derecha y la ultraderecha en Europa y América Latina junto a los titubeos de los gobiernos socialdemócratas, la revisión del pasado y de la experiencia comunista está en escena.
En primer lugar, la serie “El simpatizante” (The sympathizer) creada para la plataforma de espectáculos Max (HBO) que acostumbra financiar y crear productos de alta calidad no ha defraudado a su audiencia. Protagonizada por el excelente actor Hoa Xuande y el afamado Robert Downey jr. -este último desempeñando diversos papeles simultáneos sumado a su rol de productor-, la serie es una adaptación del libro de Viet Thanh Nguyen, ganador del premio Pulitzer en 2015. La serie cuenta la historia de un espía del Frente de Liberación de Viet Nam (llamado Viet Cong) en el ejercito de la República de Viet Nam del Sur apoyada por EEUU antes y después de su caída en 1975. La narración está estructurada en dos tiempos. El tiempo presente en la que el protagonista escribe su versión de los hechos para el comisario a cargo del campo de reeducación de la nueva República Socialista y el tiempo del desenvolvimiento de los acontecimientos que se modifican a medida que narra.
El protagonista escribe sin parar aquejado por contradicciones que lo acechan: es un defensor de la vida y la independencia de su país, pero debió matar para continuar su tarea de contrainteligencia; es un comunista convencido, pero en su labor de camuflaje ideológico comparte ciertos valores y gustos de la cultura norteamericana; ha luchado por la independencia de Viet Nam al precio de separarse de sus afectos y estos se reconfiguran a lo largo del recorrido propuesto. Detengámonos en el gesto de narrar en la cárcel. Hay algo clásico allí, de Gramsci a Fusik, sólo que dicha narración transcurre mientras es torturado y preso en pésimas condiciones por sus camaradas. No hay traición, ni herejía en sus textos. Se trata para él de narrar fielmente para seguir vivo, contar su aporte a la revolución; su lector es el responsable a cargo del lugar y el comisario político, le exigen apego a los hechos que importan a oídos de la burocracia en ciernes. Sin embargo, se cruzan en su memoria recuerdos de su infancia, de la ocupación francesa, de su ignoto padre, de amantes y el incesante acecho de los personajes que asesinó en el trayecto. Dos figuras del intelectual: el periodista y el académico. El primero investiga la red de la CIA y la dirigencia vietnamita exiliada en EEUU, éste es un ex estudiante radicalizado vietnamita contra la guerra que interpela al protagonista al punto que debe matarlo para sostener su labor de contrainteligencia, mientras que el segundo es un personaje encarnado por el actor Robert Downey jr. -que copia irónicamente los rasgos de Michel Foucault- construyendo un intelectual específico que piensa el mundo oriental enlazado con la CIA y Hollywood.
El segundo es un film italiano, dirigido por Nanni Moretti, titulado “Lo mejor está por venir” (Il sol dell’avvenire) protagonizado por él mismo. El film cuenta las derivas del director de una película sobre la encrucijada política de un redactor del periódico comunista L’Unitá ante el arribo de un circo húngaro -invitado por el PCI- en plena represión soviética a la República Socialista húngara instaurada en 1956. El dilema original se planteaba en la encerrona ideológica del redactor ante sus ideales de igualdad y democracia frente a la demanda de obedecer al partido y censurar las protestas internas que lo llevaría al suicidio, una metáfora del fin del comunismo. Sin embargo, la situación afectiva del director de la película (su separación con su mujer -productora del film-) lo lleva a repensar el rol de los protagonistas: el redactor y una militante del PCI colaboradora de este último. Ella se muestra activa en la defensa de la huelga de los artistas húngaros en repudio a la represión soviética. Los actores se enamoran, algo no previsto. Estos demandan contar una historia de amor, no planificada por el director, que comenzará a tomar forma de manera caótica en el film. En tanto, este último se sumerge en una espiral de nostalgia y revisión de su vida amorosa y filial. Finalmente, la historia original se reconfigura bajo el sintagma del “y si…”, en alusión a la posibilidad contrafactica de cambiar lo sucedido por elementos deseables del presente. Esto desemboca en una combinación ecléctica entre la construcción del film, la vida del director y sus actores para dar cuenta de una apertura en un presente marcado por el auge del olvido (del pasado revolucionario) y el gran capital.
Dos miradas. En el final de cada producto audiovisual se juegan dos miradas de las experiencias comunistas en el siglo XXI. La primera culmina con el protagonista huyendo del centro de reeducación junto a su amigo, luego de haber reflexionado con el comisario político a cargo (también amigo del protagonista) sobre la afamada sentencia de Ho Chi Minh “nada es más importante que la libertad y la independencia”. Esa escena pone en juego la potencia del comunismo y al mismo tiempo la depuración del sujeto revolucionario. Sin embargo, el protagonista que nunca pudo disfrutar la alegría del triunfo y la liberación parte al exilio sin desearlo, pero sin alternativa. Éste mira melancólicamente desde el barco su tierra natal, convencido de sus ideales, hacia un futuro incierto.
En el film de Moretti, el final original que preveía el director con un suicidio como metáfora del fin del comunismo se transforma en una historia de amor de los protagonistas, al calor de la revisión de las posiciones prosoviéticas del PCI frente a la invasión a Hungría. El absurdo ya juega un papel central en el film. La escena final da muestras de esto, en un clima caótico y circense, todos los personajes marchan en la calle. Allí se combinan contradictoriamente imágenes nostálgicas que remiten a los desfiles soviéticos con mujeres que visten polleras del periódico L’Unitá y pancartas de Trotsky. El protagonista se suma a la marcha hacia lo desconocido, con una mirada hacia adelante con una sonrisa.
Ambos insumos permiten reflexionar sobre el comunismo hoy. Primeramente, el lugar de los afectos en ellos, no como ajenos a las ideologías sino como un elemento de las mismas. Ambos protagonistas sufren, aman y se comprometen políticamente, sus apuestas ideológicas son íntimas, como lo son sus consecuentes crisis y reconfiguraciones (Saül Karsz). Secundariamente, si bien hay una apuesta por repensar la revolución, también hay una apuesta por mostrar un futuro incierto, a construir. Parafraseando al filósofo comunista Louis Althusser: el porvenir es largo.
Docente/investigador (UNLP), docente en diversos Institutos Superiores (DGCyE)