Paulo Freire, un educador para la libertad

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Considerado uno de los pedagogos más importantes del siglo XX,

Murió en la ciudad de San Pablo el 2 de mayo de 1997.

En esta nota, observa parte de su vida y las características principales de su pensamiento.

“La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación”. Paulo Freire.

Paulo Freire nació el 19 de septiembre de 1921 en la ciudad de Recife, ubicada en el noreste de Brasil, la región más pobre del país. Por lo que desde niño supo observar las dificultades de supervivencia de las clases desfavorecidas.

Su familia, de clase media, estaba compuesta por su padre, oficial de la policía, y su madre profesaba la religión católica, que impartió a Freire y sus hermanos. Durante la Gran Depresión de 1929, tuvieron problemas económicos y se mudaron la vecina de Jaboatão, donde la vida era más barata. Por este motivo, Freire perdió dos años de estudios secundarios y a los 20, empezó a estudiar abogacía, aunque muchas veces tuvo que interrumpir la carrera por razones económicas, ya que debía trabajar para contribuir con su familia. Una vez obtenido el título de licenciado en Derecho, Freire empezó a enseñar en las escuelas secundarias brasileñas y además, era abogado de un sindicato.

En 1944 se casó con Elza María Oliveira, quien era una maestra de primaria. Ella también era católica y lo alentó en su análisis sistemático de los problemas pedagógicos. Estuvieron juntos el resto de sus vidas y ella fue una gran colaboradora y tuvo una gran influencia el trabajo práctico y teórico de Freire.

En 1946 consiguió un puesto de jefe del Departamento de Educación y Cultura en el Servicio Social de Industria (SESI) y en 1954 fue nombrado director de esta institución, de la que dimitió después de recibir críticas por su modo de administración democrático, abierto y libre.

En las guarderías y escuelas del SESI, propició la participación de las familias para tratar temas de educación y sociedad, ya que para ocuparse problemas como la desnutrición y el trabajo infantil había que trabajar con la comunidad. En tanto que en los “clubes de trabajadores”, Freire y sus colegas intentaron conseguir que los trabajadores industriales trataran de resolver ellos mismos sus dificultades. La idea era “integrar al trabajador en el proceso histórico” y “alentarle a organizar personalmente su vida en la comunidad”.

Influido por el pensador católico Alceu de Amoroso Lima y por el educador Anísio Teixeira, en paralelo, Freire trabajó en diversas parroquias de Recife, participando en iniciativas de base, especialmente, de inspiración católica.

Más tarde fue nombrado profesor de Pedagogía en la Universidad de Recife y en 1962, director de los servicios de extensión de la universidad. Fue entonces que creó su método de alfabetización y lo llevó a la práctica: 300 trabajadores de la caña de azúcar aprendieron a leer y a escribir en 45 días (30 horas de curso, cinco días a la semana).

El éxito del método generó grandes expectativas a nivel nacional, se esperaba que toda la población analfabeta, que eran 40 millones de personas en ese momento, podría alfabetizarse y así obtener el derecho a voto, ya que en esa época, leer y escribir eran requisitos para poder votar.

En 1963, a Freire y su equipo se les encargó la tarea de desarrollar un plan nacional de alfabetización; el financiamiento llegó de varios lugares, entre otros de la oficina regional de Recife, de Alianza para el Progreso, de las administraciones reformistas del nordeste y del gobierno populista federal del Brasil, de João Goulart.

Tras el golpe militar contra João Goulart de 1694 –al que sobrevino la instauración de una dictadura que se extendería hasta 1985–, Freire fue encarcelado dos veces por su “método subversivo”, por lo cual debió irse al exilio. Primero le dio asilo la Embajada de Bolivia y luego partió hacia La Paz con un trabajo: asesor del Ministerio de Educación; pero los 20 de días de llegar, se produjo el golpe de Estado contra el gobierno de Víctor Paz Estenssoro, por lo cual también debió abandonar ese país.

Se fue a Chile, donde acababa de asumir la presidencia, el demócrata cristiano Eduardo Frei. En ese país, trabajó durante cuatro años y medio en el Instituto de Capacitación e Investigación de la Reforma Agraria (ICIRA), y en la Oficina Gubernamental Especial de Educación de Adultos. También fue profesor de la Universidad Católica de Santiago de Chile y fue asesor especial de la Oficina Regional de la Unesco. En Chile, Freire se dedicó principalmente a la educación de campesinos adultos.

En 1968, se publicó su primer libro: La educación como práctica de la libertad. Ese mismo año escribió su libro más emblemático: Pedagogía del oprimido, publicado en inglés y en español en 1970, pero, por censura de la dictadura militar, en Brasil recién se pudo publicar en 1974.

En 1967 viajó por primera vez a Estados Unidos, invitado a dar conferencias y más tarde se fue a vivir a ese país, ya le habían ofrecido un puesto de profesor en la Universidad de Harvard. En 1970 se trasladó a la ciudad suiza de Ginebra, donde trabajó en los programas de educación del Consejo Mundial de las Iglesias.

Tras 16 años de exilio, en 1980 volvió a Brasil, donde empezó a trabajar como profesor en Universidad Católica de San Pablo y la Universidad del Estado de San Pablo en Campinas.

En las elecciones municipales de 1988, el Partido de los Trabajadores (PT) ganó las elecciones y Luiza Erundina de Sousa se convirtió en la gobernadora de San Pablo, quien nombró a Freire secretario de Educación de la ciudad, en enero de 1989. Freire renunció dos años más tarde para retomar su vida académica y para escribir.

La pedagogía crítica

Originada en el corpus teórico de la Escuela de Fráncfort, la pedagogía crítica es una de las principales herramientas adoptadas por Paulo Freire en su camino de renovación dentro del campo educativo latinoamericano. Una de sus premisas es entender el proceso formador como un acto eminentemente político situado en una realidad social determinada en la que se encuentran inmersos tanto quien aprende como quien enseña. Ambos, son sujetos políticos vinculados en la tarea de construir conocimiento interpelando y cuestionando una realidad común, con miras a su transformación. Para el pedagogo brasileño, los sujetos construyen sus conocimientos en una relación dialógica con el contexto, a partir de sus experiencias y reflexiones sobre su vida cotidiana. En su libro La educación como práctica de la libertad, Freire sostiene: “la educación verdadera es praxis, reflexión y acción del hombre sobre el mundo para transformarlo”.

En esta misma línea de pensamiento, Paulo Freire elabora lo que va a conocerse como alfabetización crítica o alfabetización liberadora, cuyos conceptos servirán de inspiración para los principales programas de alfabetización en el Brasil de comienzos de los sesenta. Una de sus propuestas alfabetizadoras tiene como principio básico que la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra. Su objetivo es conseguir que el educando se asuma como un sujeto responsable del proceso de aprendizaje, portador de un conocimiento de la realidad, capaz de desarrollar una visión crítica que le posibilite transformarse en un agente de cambio y producción cultural, en oposición al modelo de reproducción cultural propuesto por la educación tradicional.

En Pedagogía del oprimido, uno de los libros más difundidos de Paulo Freire, la pedagogía tradicional está caracterizada en lo que el autor llama educación bancaria, un paradigma que supone al educador como único poseedor de un conocimiento que el educando recibe de manera pasiva y acrítica. En este modelo el acto educativo es de una sola dirección; un educador sabio deposita sus conocimientos en un receptor ignorante. La educación bancaria es concebida entonces como la transmisión de una realidad que no requiere reelaboración y que se presenta como la única posible. Como alternativa a esta visión, Freire plantea que la verdadera educación es liberadora y se caracteriza por su reciprocidad, presupone un sentimiento profundo del valor del otro y la fe en su capacidad de forjarse un destino.

Entre sus originales propuestas metodológicas para la educación, Freire desarrolla lo que llama la pedagogía de la pregunta. Esta se basa en la creación de conocimiento a través de interrogantes cuya exploración termina por enriquecer de forma recíproca a quienes intervienen en el acto educativo. De esta manera, el autor brasileño actualiza la mayéutica socrática como un elemento central de la renovación de la pedagogía contemporánea.

En el pensamiento de Paulo Freire el contexto de la sociedades latinoamericanas y su historia determinan necesariamente una “pedagogía del oprimido” como el único camino para la emancipación de los pueblos.

[…] la liberación es un parto. Es un parto doloroso. El hombre que nace de él es un hombre nuevo, hombre que solo es viable en la y por la superación de la contradicción opresores-oprimidos que, en última instancia, es la liberación de todos.” Fragmento de Pedagogía del oprimido.

Fuente: www.cultura.gob.ar