Con el corte a los Juegos Evita, se ataca al deporte social
Por: Roberto Parrottino
“¡Vamos, eh, vamos! ¡Jugamos por Peri!”. Soledad apunta con los índices al cielo y arenga a las compañeras del Centro Deportivo Recreativo de la Villa 15. Están a punto de jugar su primer partido de fútbol en el Sub 16 de los Juegos Evita 2012 de Mar del Plata, en el Complejo Punto Sur. Peri: así lo llamaban a Nahuel Toledo en Ciudad Oculta, el nombre que se le colocó al Barrio General Belgrano cuando la última dictadura le construyó un muro para ocultarla ante la visita de extranjeros para el Mundial 1978. Peri corrió perseguido por una lluvia de piedras -un juego de niños-, se escabulló en el Elefante Blanco, cayó en el pozo de un ascensor inexistente y murió. “Nosotras vivimos en el barrio donde hicieron la película Elefante Blanco -explican entre todas- y cuando se fueron dejaron abierta una escalera que estaba rota, pero antes el hospitalito estaba cerrado. Se pudo haber evitado porque sabían que estaba muy dañado, con peligro de derrumbe, y no hicieron nada”. Peri jugaba en la Sub 14. Fichado, iba a estar en los Evita 2012.
Los chicos entraron por la Plaza de Mayo, recorrieron la Casa Rosada, subieron al primer piso y, en un momento, recibieron la orden: bajar al patio interno, formar un círculo y esperar. Unas horas antes habían conocido el zoológico de Buenos Aires. O Buenos Aires, sin más. Vieron, entonces, cómo se les acercaban Juan Domingo Perón y Eva Duarte. El presidente los felicitó y les estrechó la mano, uno por uno, y la señora les dio un beso. Los anfitriones, después, los invitaron a pasar a un salón para tomar un chocolate. Daniel Solís, uno de los pibes de Nueva Argentina, aquel equipo de fútbol que representó a Misiones en los Evita de 1951 y que visitó la Casa de Gobierno, llama ahora a Rosa Theisen, su esposa, para saber cómo está ella y cómo anda todo en Posadas. No espera esta respuesta en el teléfono: “¿Vos en qué andás? ¿Qué pasa que me llaman y me preguntan cómo eras de chico? ¡Si yo ni te conocía!”. Daniel, sangre guaraní, entonces de 76 años, autor bajo el seudónimo “Siles” de cuentos publicados en el diario misionero Primera Edición, participó en aquellos torneos infantiles y, en los Juegos de 2012, compitió en la categoría pareja masculina de tejo para adultos mayores. Era uno de los pocos que había repetido, y por eso le preguntaban a su mujer cómo era de niño. “Te puedo asegurar que hasta ahora siento la sensación del beso de Evita”.
El lunes pasado, la secretaría de Turismo, Ambiente y Deportes de la Nación, a cargo de Daniel Scioli, convocó a los secretarios de deportes de las provincias a una reunión virtual. Fue la primera bajo el gobierno de Javier Milei. En el Zoom, cortado a los 40 minutos porque era la versión gratuita, Scioli y el subsecretario Julio Garro anunciaron la reducción de las disciplinas (de 76 a 46), de los finalistas (de cerca de 25 mil en 2023 a menos de 9 mil), el traspaso de los costos de viajes, hotelería y demás de Nación a las provincias, la eliminación de las competencias de adultos mayores, de discapacitados y culturales y, a pesar de la desmentida horas más tarde del propio Scioli, el cambio de nombre, de los “Juegos Evita” a los “Juegos Deportivos Nacionales”, como aparecen nombrados en el cuadernillo en pdf que enviaron a los secretarios. Es la política “motosierra”, estúpido. Con el corte a los Evita, se ataca al deporte social. Con la quita de subsidios a los clubes, al federado. Con el congelamiento de becas, al alto rendimiento.
Aunque Scioli afirmó que los Juegos se harán entre el 4 y el 9 de noviembre en Mar del Plata, varias provincias adelantaron que, así el panorama, no enviarán delegación, desde Buenos Aires y La Pampa hasta Formosa y La Rioja. Lo que existe es “una promesa de nueva reunión”, sin fecha, hora ni lugar. Entre algunos secretarios provinciales, ironizaron si “retroceder en chancletas” será “una disciplina” de los Juegos. En diciembre de 2023, Tiempo había adelantado que los Evita corrían peligro.
Con la farsa de que “no hay plata”, Scioli recorta el presupuesto y “privilegia” las disciplinas olímpicas, para que los Evita, volcados hacia el alto rendimiento, sirvan como antesala de los Juegos Olímpicos de la Juventud de Dakar 2026. Campeón motonauta -las carreras de lanchas no son un deporte olímpico, sólo lo fueron en Londres 1908- con apoyo estatal del gobierno de Carlos Menem en los 90, Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 2007 y 2015, inauguró en 2011 una escultura de Eva Perón en la localidad de Los Toldos, donde ella nació. “La mujer más trascendente de la historia argentina –dijo Scioli aquel día– debe ser el faro permanente que ilumine el camino de la Argentina”. Esta semana, Scioli fue declarado “persona non grata” por el Partido Justicialista de Mar Chiquita, vecina al norte de Mar del Plata, ciudad de los Evita.
“La discusión es de política pública: por qué se le va a sacar el nombre a los Evita, por qué se los reduce a una mínima expresión, de élite, por qué no abarca a los juegos de playa, adultos mayores, discapacitados. Nos solidarizamos con las provincias del Norte y la Patagonia, que necesitan la plata del Estado nacional para poder mandar a sus delegaciones”, dice Leandro Lurati, subsecretario de Deportes de la provincia de Buenos Aires, que ya puso en marcha los Juegos Bonaerenses, con 460 mil inscriptos, los más grandes de Argentina. “El gobierno de Milei sigue vendiendo la perorata de las SAD como iniciativa de política pública -agrega Lurati-. Esto es una degradación y la pérdida de las capacidades estatales: que el Estado conozca, planifique e identifique sus valores deportivos, porque cuantos más pibes hagan deportes, voy a tener más desarrollo social y calidad deportiva. Es parte de la discusión”.
Si uno de los objetivos en sus orígenes, en 1948, fue que miles de chicos accediesen a su primera revisión médica obligatoria para la detección temprana de enfermedades -una idea de Ramón Carrillo, primer ministro de Salud en la historia de Argentina-, los Juegos Evita de la era moderna les posibilitaron a otros miles conocer el mar o viajar por primera vez en avión. También, antes y después, fueron una vía por la que detectar los talentos entre la multitud para el alto rendimiento. Fueron, en sí, la primera experiencia masiva de deporte social en América.
Proscritos en 1955 tras el golpe de Estado de la autodenominada Revolución Libertadora (“la Fusiladora”), los Juegos Evita volvieron de 1973 a 1975. Luego de la última dictadura, la de la desaparición de personas, retornaron con el carácter de juegos nacionales en 2003, en el gobierno de Néstor Kirchner. Y fueron ley a partir de 2008 (Cristina Fernández). El año pasado se celebraron los 75 años de los Juegos Evita, en los que compitieron desde César Menotti y Carlos Bilardo, entrenadores campeones del mundo en fútbol, hasta Leandro Bolmaro -atleta en los Evita, basquetbolista en la NBA- y el lanzador de jabalina Braian Toledo, símbolo de los Evita, ya que irrumpió en los Juegos a los 14 años en 2007 y, tres años más tarde, fue oro olímpico juvenil en Singapur 2010. “Trabajen mucho, porque nada viene de arriba. El talento es importante, pero el talento sin entrenar no sirve para nada. No se confíen nunca, y jamás se olviden de dónde salieron. Por eso siempre vuelvo a los Evita. Surgí de acá y pude iniciar mi carrera en el alto rendimiento. Vengo para transmitirles todo lo que fui aprendiendo para que cada vez seamos más. Cuantos más se sumen a nuestro deporte, más va a crecer y muchos más talentos van a surgir”, dijo el bonaerense Toledo en 2013, durante una clínica de jabalina para atletas y entrenadores. Compitió en los Juegos de Londres 2012 y Río de Janeiro 2016. En 2020, a los 26 años, Braian murió en un accidente de moto.
Diego Maradona participó con Los Cebollitas (Capital Federal) en los Evita de 1973 y 1974. En las finales de 1973, en Embalse, Córdoba, aprendió a perder. Fue consolado mientras lloraba por César Ganem, un chico de 13 años como él, rival con el equipo del club Pinto (Santiago del Estero), después de que le atajasen su penal en la semifinal. Ganem es hoy el director del hospital de Pinto. Diego consoló luego al correntino Alberto “Pichón” Pacheco, quien había perdido 8-1 con su provincia en la final de la categoría juveniles. La foto en la que “Pelusa” lo contiene se volvió icónica. Maradona fue campeón de los Evita 1974. Los de 2020, año de su muerte, se llamaron “Juegos Nacionales Evita Diego Maradona”. En otro cuadernillo, distribuido por la comisión organizadora a los delegados de los equipos en 1949, antes del odio, leemos: “Millares de niños sueñan con la victoria en el Primer Campeonato Argentino de Fútbol Infantil Evita. Y los sueños se enfrentan ardorosamente en la cancha. Pero, ¡no te ciegues! Colabora con el árbitro acatando sus fallos aunque te perjudiquen. Socorre al caído. Sé indulgente con tu compañero desafortunado. No te enojes. Estimula a tu equipo a vencer con normas caballerescas. Tendrás más gloria por un buen gesto que por un triunfo”.
Fuente Tiempo Argentino